OLOGWADULE
Al inicio todo era oscuro. Una oscuridad tan densa, como si le
apretaran a uno los ojos con dos manos. No había sol, no había
luna, no habían nacido las estrellas. Entonces Babdummad se
dispuso a crear la tierra, Nandummad se dispuso a crear la tierra.
Cuando Baba formó a Nabgwana, encendió también el sol, la luna y
las estrellas. Baba irradió la tierra, Baba alumbró el rostro de la
madre. La tierra fue imagen y rastro que habló de la presencia de
Baba, de la presencia de Nana. La madre tierra tomó los siguientes
nombres: Ologwadule, Oloiiddirdili, Nabgwana, Olobibbirgunyai,
Olowainasob...
La madre tierra, nana Ologwadule, surgió vigorosa y tierna a la
vez. Baba la hizo descansar sobre fundamentos de oro, le dio un
armazón de oro. Nana la posó sobre fundamentos de plata, le dio
un armazón de plata.
Baba la constituyó así, Nana la constituyó así:
Babdummad extendió la masa de oro en la raíz de Ologwadule y le
fijó columnas y troncos de oro amarrados vigorosamente con
bejucos de oro macizo. Baba sabía que ella llevaría sobre sí una
pesada carga y le proporcionó una base sólida. Baba y Nana
trabajaron juntos. Cuando hubo extendido la capa de oro,
Babdummad sembró sobre ella todo tipo de flores; sembró un
sinnúmero de especies de albahaca, roja, azul, amarilla; y a todas
les hizo abrir sus hojillas, y era oloduddagibi. Todo era de oro, todo
era de plata; y se alegraban. Todo fue una gran fiesta. Baba y Nana
dieron vida a las flores y ellas se movieron vivas. Cuando decimos
esto, significa que eran nuestras propias imágenes; ellas
encarnaban nuestras vidas. A medida que nana Ologwadule, madre
tierra, se iba completando, nuestros espíritus también iban
tomando su forma, definiéndose al ritmo de ella. Porque gracias a
ella seríamos hombres; desde ella nos definimos.
Luego Baba extendió otra capa de oro. Baba y Nana trabajaban
unidos. Esta vez Baba utilizó el oro azul. Nana utilizó la plata azul.
Ellos envolvieron de nuevo el rostro de nana Ologwadule.
Baba volvió a atar las columnas y los arcos de oro azul con bejucos
de oro macizo azul. Baba esparció las semillas e hizo florecer la
gama de flores y de hierbabuena. Las flores se alegraban; fue
entonces una gran fiesta. Y nana Ologwadule fue tomando, poco a
poco, su forma definitiva. Babdummad trabajaba y formaba los
contornos de la madre tierra, la iba inundando de alegría,
cubriéndola de oro. Nandummad trabajaba con Babdummad y
juntos cubrían a Ologwadule de oro fino, de plata fina.
Pasó la segunda capa. Baba procedió a cubrir a Ologwadule con la
tercera capa de oro. Tomó el oro amarillo para esta capa. Hizo el
mismo proceso de las anteriores; y Ologwadule fue endurecida así
de oro amarillo, de plata amarilla.
Para la cuarta capa Baba utilizó el oro rojo. Ologwadule fue
arropada con oro rojo. En toda su amplitud danzaron las flores,
danzaron las albahacas de oro rojo. Baba robusteció así a la gran
nana Ologwadule. Le amarró las columnas de oro. Entonces nació
el río. Y Ologwadule llegó lentamente a su plenitud. Ya no era
informe, sino sólida y compacta: Abiayala, Oloburganyala. El río se
llamó Olodulasgundiwala, Oloburgandiwala. Y ahí la madre tierra
retuvo su nombre definitivo, nana Ologwadule. Sobre ella Baba
derramó la corriente de las aguas. Nana derramó la corriente de las
aguas. La corriente del río emitió su quejido en las entrañas de la
madre, y en su corteza brotaron las semillas, las cepas… Surgió el
verdor, y el cuerpo de la madre se llenó de hermosos y robustos
árboles con su variado colorido. Y es por eso que la llamamos
madre.
A la madre tierra, a nana Olobibbirgunyai, Baba la constituyó
protectora y defensora de todo aquello que se mece, se mueve, vive
y reposa sobre ella. El mismo sol está bajo su cuidado, la luna, las
estrellas, los vientos, la lluvia, los abismos, los grandes y pequeños
animales. Baba y Nana le dejaron, desde su inicio, semillas de flores
de todas las especies, pero sólo llegado el momento oportuno, y en
la medida de su desarrollo, brotaron ellas, vigorizaron y
sonrojaron las mejillas de nana Ologwadule. Nana Ologwadule les
extendió cuidadosamente las hojas, y se mecieron sus pétalos.
Tanto los animales alados como aquellos que se arrastran, los que
usan la cabeza para apoyarse, todos ellos, y nosotros, estamos
tirando de las tetas de la gran mamá Ologwadule. Sorbemos
diariamente los ocho tipos de leche espesa de la gran nana
Ologwadule.
Tengamos presente otro detalle. Cuando esta madre tierra que
pisamos y que nos nutre, estaba ya en su plenitud y sobre ella
habían pasado ya varias generaciones, esta madre se manifestó en
la historia. El proceso que anotamos anteriormente se realizó de
nuevo en ella:
Entonces, apareció Mago. Y éste encontró un día a una mujer en
medio de una gran choza. Ella no tenía ninguna malicia; era
íntegra. La mujer permanecía sentada en medio de la hamaca y al
anochecer dormía apartada de Mago. Pero éste comenzó a mover
su hamaca hacia ella, lentamente. Pasaron varias lunas hasta que
Mago pudo tocarla, bajo el designio de Baba.De esta unión
nacieron dos niños: Nana Gabayai y Massi Olonidalibibbiler. Nana
Ologwadule murió y, en su muerte, todo lo creado se estremeció de
dolor.
Nana Ologwadule también bajó hacia las capas inferiores y tomó
otros nombres.